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Alwina Murawski: La mujer que escucha a los caballos

Desde las estepas de Kazajistán al corazón del Cono Sur, la doma natural encuentra en Alwina Murawski una voz que no impone, sino que comprende.
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Nacida en Kazajistán, tierra ancestral de caballos nómadas, donde las monturas no se eligen: se heredan. Alwina Murawski creció escuchando relatos y técnicas transmitidas de generación en generación por un pueblo que nació, vivió y sobrevivió junto al caballo. “Allí el caballo no es un lujo ni un deporte. Es cultura, es sangre, es identidad”, dice.

Desde las estepas de Kazajistán al corazón del Cono Sur, la doma natural encuentra en Alwina Murawski una voz que no impone, sino que comprende. Su método Amura —basado en armonía, respeto y comunicación— transforma no solo caballos, sino también personas.

Hoy, años después y tras un largo viaje personal y profesional, Alwina reside entre Uruguay y Paraguay, donde dirige su proyecto de vida: Doma Natural Amura, un enfoque integral que une arte, educación equina, liderazgo humano y sanación emocional. Su voz, suave pero firme, resuena en campos de doma, en empresas que buscan liderazgo consciente y en almas que buscan paz.

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Alwina: «Soy domadora, pero tambien soy puente, entre personas y caballos».

El origen de Amura: más que doma, una filosofía

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“El caballo no juzga, no etiqueta. Te enfrenta con tu verdad. Y si logras que confíe en ti, te muestra quién eres”

El nombre AMURA no es casualidad: significa Armonía, Motivación, Unión, Respeto y Actitud. Cinco principios que resumen su método, pero también su forma de ver la vida.

“Yo soy domadora, sí, pero también soy puente. Entre personas y caballos, entre tradición y evolución, entre fuerza y sensibilidad”, cuenta.

Desde Amura, el trabajo abarca desde la iniciación de potros, la corrección de conductas problemáticas, hasta el liberty, el arte de trabajar en completa libertad con el caballo. También se extiende a coaching con caballos, dirigido tanto a particulares como a empresas. Pero quizás lo más transformador de su propuesta sea el trabajo con personas que han sufrido trauma, miedos o baja autoestima.

“El caballo no juzga, no etiqueta. Te enfrenta con tu verdad. Y si logras que confíe en ti, te muestra quién eres”, afirma.

Escuchar para conectar

Para Alwina, no se trata de que el caballo “se porte bien”, sino de que se sienta bien. Esa diferencia lo cambia todo. “La conexión no es algo mágico que ocurre porque sí. Es un proceso. Primero viene la comunicación, después la comprensión, luego el respeto, y solo entonces se genera la confianza. Recién ahí nace la conexión”, explica. “El caballo tiene que saber que lo estoy escuchando, que no solo estoy dando órdenes, sino también recibiendo su lenguaje”.

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Alwina Murawski y su hermana Agnes Murawski, en la Semana de la Chilenidad

Esta filosofía se traduce también en su forma de corregir: con firmeza si hace falta, pero siempre con respeto. “Corrección sí, abuso no. Si un caballo me quiere patear, me defiendo. Pero después vuelvo a la calma. No es una guerra. Es una conversación.”

Entre gauchos, tradición y cambio

Insertarse en el mundo rural, dominado históricamente por hombres y por métodos tradicionales, no fue fácil. Al principio, su enfoque generaba resistencia. “Muchos venían de una doma dura, con castigo. Lo hacían porque así les enseñaron, no por maldad. Y yo nunca los juzgo. No puedo pedir respeto si no lo doy primero.”

Su estrategia fue simple: observar primero, proponer después. “Les digo: ‘Pruébalo. Si te sirve, genial. Si no, buscamos otro camino.’ Pero siempre desde el respeto.

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Cada vez más gauchos, vaqueros, camperos y jinetes de todo tipo se acercan a Amura

Ellos son diamantes en bruto. No hay doma sin ellos. Están ahí, con frío, con lluvia, con sol, con sus caballos. Mi misión es pulir, no borrar lo que ya saben.”

Con el tiempo, esa apertura dio frutos. Cada vez más gauchos, vaqueros, camperos y jinetes de todo tipo se acercan a Amura, no solo para aprender nuevas técnicas, sino para construir vínculos más profundos con sus animales.

Una de sus experiencias más profundas fue con hombres rurales, endurecidos por años de campo. “Al principio no se permitían mostrar sensibilidad. Era visto como debilidad. Pero cuando entendieron que sentir también es fuerza, cambió todo. Ahí comienza la verdadera doma: cuando el humano también se doma a sí mismo.”

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Alwina: «Hoy hay más conciencia del bienestar animal»

La doma natural, hoy

Tras casi dos décadas de trabajo, Alwina ve una transformación clara en el mundo ecuestre: “Hoy hay más conciencia del bienestar animal. Ya no alcanza con que el caballo haga caso; queremos que esté bien física y mentalmente.”

Desde el centro Amura en Uruguay hasta los campos de Paraguay, su método se expande también con cursos online, capacitaciones presenciales y una comunidad internacional en crecimiento. El mensaje es claro: el caballo no es un robot que se programa, es un ser que siente, comunica y transforma.

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El caballo no es un robot que se programa, es un ser que siente, comunica y transforma

¿Y qué es el caballo para Alwina?

Se queda en silencio unos segundos, como quien busca una palabra que aún no existe.

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El caballo me salvó. Gracias al caballo soy quien soy hoy

“El caballo me salvó. Gracias al caballo soy quien soy hoy. Me enseñaron a transformar miedos en confianza. Ahora yo ayudo a otros a hacer lo mismo. Para mí, el caballo es transformación.”

Y basta con verla trabajar para entender que no es solo una metáfora. Donde otros ven un animal de carga o de competición, Alwina ve un maestro, un espejo, un compañero de camino.

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