
La Primavera del Criadero Santa Ana, en el Corazón de Cabrero
En el corazón del centro-sur de Chile, en medio de suaves lomajes y tierras de verdes prados, el Criadero Santa Ana, ubicado en la comuna de Cabrero, vive uno de los momentos más esperados y emotivos de su calendario anual: la temporada de nacimientos de potrillos.
Con más de 150 yeguas en su plantel reproductor, Santa Ana se ha consolidado como un referente en la crianza del caballo chileno, no solo por la calidad de sus líneas de sangre, sino también por su filosofía de crianza. Una visión profundamente comprometida con el fomento y la conservación de la raza chilena. A pesar de tener un número importante de ejemplares, este criadero no vende caballos. Por el contrario, mantiene con orgullo un «Banco de Potros», compuesto por sementales seleccionados y yeguas reproductoras de gran calidad, que se prestan a pequeños criadores de la zona y de todo el país.
El único fin: “mejorar la raza y apoyar a quienes, de otra manera, no tendrían acceso a líneas de sangre tan valiosas” -nos comenta su dueño Roberto Standen Perez, quién además es presidente de la Federación de Criadores de Caballos Chilenos.
Esta iniciativa altruista busca democratizar el acceso a la buena genética y fortalecer el futuro del caballo chileno desde la base.

El momento perfecto para nacer
La primavera se asoma lentamente en la zona, y con ella, las condiciones ideales para el nacimiento de los nuevos ejemplares. A diferencia de las crías nacidas en pleno invierno, los potrillos que llegan en esta época encuentran un entorno menos hostil: las temperaturas son más benignas, los suelos comienzan a ablandarse, y los pastos —nutridos por las lluvias del invierno— brotan en abundancia, ofreciendo alimento fresco y natural tanto a las madres como a sus crías.

Nacer en el campo, en libertad, y con buen clima, marca una diferencia importante en el desarrollo de los animales. Respetando los ritmos de la naturaleza y fomentando la rusticidad desde el primer día de vida.
El potrillo comienza su vida en contacto directo con la tierra, el aire limpio y los estímulos del entorno natural. Corre tras su madre, siente el viento, aprende de la manada. Esto forma caballos sanos, equilibrados, resistentes. Rústicos, como exige la tradición del caballo chileno.
Un espectáculo que emociona
Caminar por los potreros del Criadero Santa Ana en esta época es participar de una escena que mezcla belleza, tradición y futuro. Las madres, nobles y atentas, pastan junto a sus crías recién nacidas, algunas todavía con el cordón umbilical fresco. Hay movimiento constante, relinchos suaves, el escenario inconfundible de la primavera rural.
“Es una de las épocas más lindas del año”, nos comenta uno de los cuidadores del criadero. “Cada mañana hay una nueva sorpresa. Uno llega temprano al potrero y ahí está: un potrillito nuevo, tratando de pararse, buscando a su madre. Es algo que nunca deja de emocionar”.
Líneas de sangre que dejan huella

Las yeguas madres del Criadero Santa Ana descienden de algunas de las líneas más reconocidas del país, y sus crías nacen con un legado que combina belleza, funcionalidad, carácter y temple. Estos son los atributos que definen al caballo chileno de trabajo, de rodeo y de tradición.
El Banco de Potro tiene en la actualidad 30 potros y 60 vientres, uno de estos potros, llego hace unos días atrás a la Isla de Chiloé. D. Roly Rivera, presidente de la federación de Criadores de Chiloé, nos comenta el hecho: “Del Criadero de Santa Ana recibimos a petición de la federación de criadores que presido, el potro Cocopito, lo que está siendo un tremendo aporte, para todos los socios, solo buenos comentarios estoy recibiendo. Estamos todos muy agradecidos, es algo que demuestra mucha generosidad por parte del Criadero Santa Ana”.
Un futuro que ya galopa
Los potrillos que hoy nacen en Cabrero serán los campeones, los reproductores y los compañeros de trabajo del mañana. Desde sus primeros pasos en el campo abierto, bajo el cuidado de sus madres y del equipo humano del criadero, comienzan a forjar ese espíritu que distingue al caballo chileno: noble, valiente y con un profundo arraigo a la tierra que lo vio nacer.

En Santa Ana, la temporada de nacimientos no es solo un ciclo productivo. Es una celebración a la vida, a la crianza responsable y a la profunda relación entre el hombre, el caballo y la naturaleza. Pero también es un acto de generosidad y visión a largo plazo, que busca preservar lo mejor de la raza nacional, y compartirla con quienes mantienen viva la tradición, desde cada rincón del país.