
Ailin Wegrzyn : El alma del caballo te habla si sabes escuchar
Desde su hogar en Lobos, Provincia de Buenos Aires, Ailin Wegrzyn ha creado un universo singular donde los caballos no solo se entrenan: se escuchan, se acompañan… y eligen. Su historia comienza en Cholila, un pequeño paraíso entre lagos y bosques en el corazón de la Patagonia, en el departamento Cushamen, provincia de Chubut. Allí creció, rodeada de naturaleza salvaje y libertad.
Por motivos laborales, su familia se trasladó a tierras bonaerenses, donde Ailín encontró el espacio ideal para consolidar su forma de vida: una filosofía que pone en el centro el adiestramiento en libertad, el vínculo emocional con sus animales y una conexión profunda y respetuosa con la naturaleza.
Autodidacta, sensible y apasionada, hoy comparte con su tropilla —19 caballos y uno por nacer— espectáculos y experiencias que conmueven y sorprenden a todos los públicos donde se presenta. En esta entrevista, nos invita a recorrer su camino, guiado por la empatía, la paciencia y una convicción que la define: “cuando el vínculo es verdadero, las riendas sobran”.

1.- En tus redes transmites una conexión muy profunda con los caballos. ¿Cómo comenzó tu relación con ellos y en qué momento sentiste que esto era más que una pasión?
Bueno, la verdad que mi relación con los caballos comenzó desde muy chiquita, siempre fui una apasionada de los caballos, fanática, fanática total.
Desde muy pequeña los dibujaba, tenía mi cuarto todo empapelado con fotos de caballos, los estudiaba un montón, o sea, leía un montón sobre ellos, investigué muchísimo. Y mis Papás siempre me llevaban donde hicieran cabalgata, a los 15 años me regalaron una yegua que yo misma domé. Y de ahí empecé a hacer cursos de doma racional, doma sin violencia y la verdad es que siempre me relacioné con ellos. Por ejemplo, me sentaba horas simplemente a verlos pastar, observarlos para entenderlos mejor. Entender su naturaleza, leer sus movimientos y comportamientos, ¿porque hacen esto?, ¿porque hacen aquello?. Incluso de pequeña aprendí a relinchar y al acercarme a un campo con caballos, y al hacerlo, se me acercaban los caballos galopando. Siempre tuve como una atracción hacia ellos increíble.
Y a medida que fui creciendo, fui haciendo cursos, siempre estudiando más sobre ellos, fui teniendo caballos. Eso me llevó hacer un montón de cosas antes impensadas para mí. Cosas que nunca me imaginé que iba a lograr con los caballos, todo esto de adiestramiento en libertad, esto es algo muy autodidacta, la verdad que yo empecé sola. Y la vida me fue llevando a estar siempre con los caballos.

2.- Muchos de tus seguidores destacan la sensibilidad y el respeto con el que tratas a los caballos. ¿Qué principios guían tu forma de trabajar con ellos?
La verdad que yo me guío por la empatía y el respeto profundo hacia ellos. Siempre pienso que el caballo no me pertenece, me acompaña, yo lo escucho, respeto sus tiempos, le doy seguridad y mi filosofía es que el vínculo siempre está por encima de la técnica. La verdadera fuerza nace de la suavidad de la mano del domador o entrenador.
Yo trabajo siempre desde la confianza, desde la paciencia, desde el amor. Es muy importante conocer la naturaleza del caballo, entenderlo, comprender sus reacciones.
Nosotros como somos predadores, no entendemos a veces como una presa reacciona, pensamos siempre muy humanamente y no pensamos como caballo. Entonces obviamente hay cosas que no las entendemos. Yo siempre digo que hay que ponerse un poco en el lugar del caballo y ver qué es lo que está sintiendo en ese momento y por qué tiene las reacciones que tiene.

3.- ¿Podrías contarnos sobre un caballo que haya marcado especialmente tu camino, ya sea por su historia, carácter o lo que aprendiste de él?
Tengo varios caballos que podría mencionar que me marcaron realmente el rumbo en mi vida, pero hay una yegua en particular que se llama Piuké, que significa corazón en idioma mapuche (Indígenas nativos de Chile y Argentina), yo soñé su nacimiento y es una yegua que me marcó un antes y un después en mi vida. Cometí muchos errores con ella, yo soy autodidacta, la verdad que he aprendido muchas cosas de esta manera, probaba con ella. Y claro esto era ensayo y error. Y en ese aprendizaje, Piuké me enseñó que la relación se construye día a día. Intentar apresurar las cosas es lo peor para un caballo.
Durante un tiempo hice Equinoterapia, un día una chica se me acercó en silla de ruedas y me dijo : “Ailin, qué lindo sería que un caballo se echara en el piso y yo desde la silla de ruedas poder subirme y que el caballo se levante conmigo”. Ya que para subir a quienes se mueven en silla de ruedas, normalmente se usa una rampa.
Eso me dejó pensando, infelizmente nunca volví a coincidir con esa chica, porque me mude de ciudad. Pero a raíz de aquello, empecé a enseñarle a echarse al suelo, y me di cuenta de la cantidad de cosas que podía llegar a aprender. De lo inteligente que son, con sutileza uno puede enseñarles muchísimos ejercicios y los aprenden.

Si puedo nombrar otro es Catriel, es un potrillo que nació acá en Lobos, Buenos Aires, donde vivimos actualmente. Parió una yegua, que no era nuestra.
Entonces le avisamos al dueño que había parido y él dice, «No puede ser, esa yegua no es, y efectivamente, no era, pero andaba con un potrillo. Tratamos que el potrillo vuelva con su verdadera madre y no hubo caso. La yegua por todos los medios lo intentaba patear, lo mordía, era superagresiva con el potrillo y nos dimos cuenta que lo iba a terminar matando.
Entonces, por comodidad nuestra, por comodidad del potrillito también, lo metimos dentro de la casa con nosotros, corrimos todos los muebles del living, todos los sillones, pusimos viruta, le hicimos todo un cuartito al potrillo y lo tuvimos ahí. Cada 3 horas le dábamos alimentación con sustituto para potrillos, como si fuera un bebé humano.
Durante el día lo llevaba con toda mi tropilla, hay una yegua en particular que es una muy buena madre, con todos los potrillos, ella le enseñó a hacer caballo.
Es muy inteligente, te alcanza el sombrero del suelo o cualquier cosa que uno tire al suelo.
Es súper superinteligente, la tropilla para mi es toda parte de mi familia, pero a este lo crie de recién nacido, entonces es muy especial para mí.

4.- Hoy en día vemos un creciente interés por métodos de equitación más conscientes y naturales. ¿Qué opinas de esta tendencia y cómo la aplicas en tu día a día?
Creo que esta tendencia refleja un cambio muy positivo, porque cada vez más la gente busca trabajar con los caballos desde el respeto, la comunicación, la comprensión de su naturaleza. ¡Y mi día a día es eso!, priorizo siempre el vínculo, la confianza, el escuchar lo que cada caballo necesita. Y algunos días son para entrenarlos y otras veces son para estar rodeada de ellos mientras pastan y simplemente observarlos.
Hay veces que voy a trabajar con ellos y el día esta agradable, y al final terminamos durmiendo una siesta con ellos, porque para mí es eso, para mí es estar con ellos, es acompañarlos, o sea, no lo tomo como un trabajo de que hoy tengo que entrenar si o sí.

5.- Para quienes te siguen buscando inspiración o guía en su propio vínculo con los caballos, ¿qué consejo les darías para construir una relación genuina y respetuosa con ellos?
Bueno, yo les diría que la relación con un caballo se construye día a día. Como mencione en una pregunta anterior el peor enemigo es el tiempo, es el apuro, el tener resultados ya.
A ellos no hay que someterlos, hay que acompañarlos, que entiendan lo que uno quiere decirles y comunicarles. Para eso hay que meterse en su verdadera naturaleza, que son animales presa, que son animales de huida, y ahí empiezas a entender sus reacciones. Pero cuando la comunicación es clara, sincera, la relación se vuelve una amistad de por vida.

Hablar con Ailin es asomarse a un universo donde la paciencia tiene más valor que la técnica, y donde cada caballo es un maestro silencioso. Su vida, atravesada por la pasión, el aprendizaje constante y el amor incondicional por los animales, es un recordatorio de que existe otra forma de vincularnos con ellos: más auténtica, más consciente y profundamente respetuosa. En un mundo que avanza rápido, su historia nos invita a detenernos, observar y aprender a escuchar a quienes no hablan con palabras, pero tienen mucho que decir. Porque como ella misma asegura, la verdadera doma nace del alma, y el lazo con un caballo, cuando es sincero, puede durar toda la vida.
Fotos: Cedidas por Ailin Wegrzyn, para esta entrevista.