La Ruta del Caballo Chileno por Sudamérica (IV). Brasil
Después de varios días sin dar noticias, al final puedo cambiar por unas horas el asiento del coche por una silla un poco más cómoda, y aquí me encuentro una vez más frente al teclado. Nos habíamos quedado en nuestra visita a la feria más grande de Latinoamérica, la Expo Inter de Porto Alegre
Cinco días que disfrutamos de las mayores y mejores competencias de selección del caballo criollo que se realizan en el cono sur. Y que nos confirmó que entre los mejores caballos de estas pruebas no existe prácticamente ninguno que no tenga sangre chilena.
Lo que hoy en día se asume como una realidad y que todos aplauden, no solo aquí en Brasil, también en Argentina y Uruguay, no fue tan bien visto en su momento. Por el contrario, los “caballistas visionarios” que se atrevieron a introducir los primeros caballos chilenos buscando mejorar la funcionalidad de los criollos locales, fueron aislados, incomprendidos y muchos de ellos incluso acusados de estar destruyendo la raza.
Si bien como lo hemos comentado desde el inicio de esta gira, el origen de los equinos hoy existentes en este lado del mundo, es el mismo, la primera selección actual fue dada por la geografía donde se crio y el contacto con el ser humano.
Los “puristas de la raza” locales y criadores aquí en Brasil, veían con malos ojos a los que no aceptaran el caballo como ellos lo estaban criando. Para ellos traer otras sangres era ir contra la cultura local, las tradiciones e incluso traicionar al país.
Terminada la feria, volvimos a subir al coche y prepararnos para las largas distancias de estos enormes países, lo bueno es que se te pasan rápido cuando en medio del camino de la carretera, encuentras aves en libertad que en España solo vemos encerrados en pequeños espacios o parques zoológicos. Y otras que solo se pueden encontrar de este lado del mundo.
Nuestra octava visita, nos lleva a la cabaña Tupambae, en Bagé , un municipio a orillas del río Camacua, en el estado de Rio Grande del Sur.
Bagé fue fundada por Jesuitas Españoles, en 1690.
La ciudad se encuentra a solo 40 kms de la frontera con Uruguay, y por esa razón, mucho de sus habitantes aparte de su lengua nativa el portugués, hablan el español con mucha fluidez. Ahí nos esperaban Fernando Pons y su hermano Fernando, a quienes habíamos conocido en la Expointer, viendo caballos criollos. Infelizmente, Fernando volvió de la feria con un resfrío de “caballo”, por lo que solo pudimos visitar a Oswaldo.
Séptima Visita: Oswaldo Domelles Pons Cabaña Tupambae. Bagé – Rio Grande del Sur, Brasil
“Yo digo siempre así, en el caso de nuestra Familia, hablo de mi familia la Familia Pons. Tuvimos la suerte de un trinomio.
La compra del caballo Invernada Hornero, que se compró en sociedad, venía de Chile de un gran criador chileno, D. Alberto Araya Gómez.
La segunda parte de este trinomio, es que trabajábamos con quién más tarde se transformó en un Maestro de Jinetes, Wilson Sosa. Jinete del siglo según nuestra propia historia.
Y como tercera parte, las competencias del Freno de oro. Que comenzó en aquella época, para celebrar los 50 años de la asociación de criadores y fue tan exitosa, que se empezó a celebrar todos los años, y hace unos días acabamos de estar en la 47 edición de la misma.
Yo empecé mi crianza con una línea de yeguas, con selección funcional de dos criaderos de un mismo dueño, la familia Martins, que tenían manadas en Uruguay y Brasil. En Uruguay se llamaba Cabaña La Invernada y aquí en Brasil, Cabanha Cinco Saltos.
Desde niño escuchaba hablar de esos criaderos, y me atraía mucho lo que escuchaba, pero no como criador, en aquel momento yo era niño y ni pensaba en criar. Me llamaba la atención por sus caballos que eran muy comentados por su funcionalidad.
Cuando empecé a criar, fui a buscar esos caballos y mi selección fue con yeguas de esas cabañas.
Cuando llega el Hornero que era lo mejor funcional de allá de Chile. Donde tenían grandes criadores, grandes jinetes, y una búsqueda funcional muy firme por el rodeo que allá practicaban, vino muy bien para nosotros.
Ellos en Chile antes que la morfología privilegiaban la funcionalidad, caballos dóciles, que fueran vaqueros, buenos para el ganado. Tenían un caballo muy completo en esos aspectos.
Ahora en aquella época no existía como hoy en día la facilidad de enviar videos, era a lo sumo por fotos que uno los conocía, o tenías que viajar para allá.
Había una cierta oposición de los criadores tradicionales de aquí, de no meter la sangre chilena, diciendo que no era la misma raza, etc. Pero nosotros con mi papá y las otras familias como Bastos Tellechea, Maneca Costa, teníamos una visión distinta. Y todos estábamos convencidos que había que ir por ahí, y la gran felicidad que tenemos hoy en día, es que basta abrir cualquier pedigrí del caballo criollo de los últimos 30 o 40 años , siempre vas a encontrar alguno de estos ejemplares, que salieron de esas primeras cruzas. Yo no me olvido que cuando trajimos Hornero, muchos criadores y algunos muy amigos míos nos decían: » a donde los Pons van a llegar con esa locura» … y mi papa respondía,:» ¡bueno! , nosotros somos locos , así que ya veremos».
Hay que pensar que nuestra región aquí donde estamos, la asociación de caballos criollos nació en este municipio, y culturalmente es muy fuerte. Y los criadores daban ciertos valores a mi ver exagerados al hablar de la raza, que terminaban descuidando otros aspectos del caballo. Para algunos bastaba que fuera bonito y andara de cabestro. Y esto pasaba también porque los dueños de estos criaderos, muchísimas veces no eran ellos los que montaban, los domaban y montaban sus peones.
Y sin embargo ellos cuando montaban , lo hacían en caballos elegantes, pero cruzados. Y ahí estaba la mayor demostración que predicaban una cosa y hacían otra. Y cuando empiezan los Freno de Oro, se comenzó a demostrar que lo que hacíamos iba por el buen camino, porque empezaron a ganar estos caballos, cruzados con la sangre chilena.
Las cosas como te decía se dieron por tres lados, y uno muy importante fue Wilson Sosa.
Un gran jinete que, en esos momentos, trabajaba con nosotros. El, siempre decía que al caballo criollo le faltaba algo.
Yo en aquel entonces le había dado a domar la yegua que yo mismo montaba, Preciosa de los cinco saltos. Una yegua que a mi me gustaba mucho y a Wilson también, pero le faltaba algo. La sangre chilena hasta ese momento no estaba presente en mi crianza. Un día después de un remate, donde habíamos estado separando ganado y la yegua se había comportado muy bien, llegamos a mi casa y el Hornero ya estaba con nosotros. Yo venía llegando con un gran amigo, Walter Mora un hombre también de caballos, y le digo: «sabes una cosa voy a cruzar mi yegua con ese caballo y ahí voy a tener mi padrillo».
El me mira y me dice, pero como le vas hacer eso a la yegua que Wilson te la domó especialmente para ti, y ya la vas a poner a criar…
Yo le respondí que sí, que lo iba hacer y esperaba de esa cruza saliera mi primer Padrillo, así que apenas pude la crucé.
Nace mi potrillo, Itaí de Tupambae y cuando llega la edad de doma, se lo llevo un día a Wilson, estaba feo, todo peludo, no era de lo más lindo, en fin.
Le pasé el Potro el lo vio y yo noté que le había gustado, fue una conexión que tuvo con el caballo.
Y después de hablar algunas cosas del potro me mira y me dice, Él me llamaba de Bigotes.
“Bigotes, van hacer una prueba por los 50 años de la asociación, (era el freno de oro) me puedes prestar tu yegua? (pidiendo Preciosa de Cinco Saltos) .
Yo le respondí: “No, no estás loco, si quieres te presentas con este , por el potro que le acababa de traer”.
Me mira y me dice: “ ¡tú estás loco!, Como me voy a presentar en esto, pero bueno si no hay otra cosa , lo hacemos”.
Yo sabía que Wilson era el mejor Jinete y sabía que este caballo le iba a responder, porque tenía todo lo mejor.
Hoy en día no lo haría, pero en ese momento lo hice. Y al final ganamos, y ganamos de caballos muy famosos de la época. Fue una imprudencia mía, más esa fuerza de Wilson , más un caballo con buena selección, resultamos campeones. Ganando el primer Freno de Oro, con Itai de Tupambae«.
El binomio que se formó en ese momento entre, Itai de Tupambae y un gran jinete como Wilson Sosa, consiguiendo el primer puesto en la que se iba a convertir la mayor prueba de sección Freno de oro, despertó la curiosidad de varios criadores. Qué rápidamente comenzaron a interesarse por esa media sangre del otro lado de la cordillera, que había traído Invernada Hornero.
En ese freno de oro, no solo había destacado el ganador, Itai de Tupambae, si no que otro hijo de hornero BT Opio, salió tercero, y más una yegua con el Freno de Plata Chacai Sombra, con 70 % de sangre chilena.
La Familia Bastos Tellechea, al igual que la familia Pons, fueron pioneros en introducir sangre chilena a sus manadas. Buscaban mejorar la selección de funcionalidad, querían un caballo de movimientos rápidos, pero a su vez manso y que fuera un caballo bueno para el ganado vacuno.
Don Flavio Tellechea era un hombre de campo, criador de ganado vacuno, y sobre todo familia de acaballo. Donde todos montaban, y no solo como placer, usaban el caballo en su vida de campo. Por lo que tenían clarísimo la diferencia de un caballo común, a un buen caballo. Hasta el año pasado Doña Lila Tellechea nadie la bajaba de un caballo a sus 90 años. Fue solo la prohibición de sus hijas y nietos que han conseguido que no vuelva a montar.
Y en esa búsqueda, los caballos chilenos incorporados estaban dando muy buenos resultados.
Por lo que para ellos la raza chilena ya era una opción sin discusión. A principio de los 70 se topan, con un caballo que les hizo una gran diferencia, fue un antes y un después, como nos cuenta La hija de Flavio Tellechea, Mariana y complementa Marcelo Tellechea Carioli, uno de sus nietos.
Flavio supo imponerse incluso a varios criadores, que no solo no apoyaban esta mezcla, si no que lo acusaban de estar cambiando al caballo brasilero, y que el tiempo les hizo cambiar la opinión…
Octava Visita: Lila Franco Tellechea, Mariana Tellechea y Marcelo Cairoli
Mi nombre es Mariana Tellechea
El hornero fue un padrillo que vino a dividir las aguas, sus crías eran de un mismo Padrón.
Tú le cambiabas todas las líneas maternas posibles y siempre daba lo mismo. Era muy consistente genéticamente hablando, muy predominante. Salían casi todas sus crías lindas y buenas. Nosotros hacíamos la temporada de montas aquí en Paneiras, se vendían muchos servicios, venían yeguas de muchos criadores y después te llamaban y te decían nació mi mejor potrillo. Y así se empezó a escuchar con más frecuencia en todos lados, un hijo de hornero, un hijo de hornero…
Hornero fue un caballo que dio mucho, y si bien nosotros tenemos muchos frenos de oro con hijos de hornero, hay otros tantos que son de clientes que cruzaron sus yeguas con el Hornero. Y eso para nosotros es muy bueno. Las diferentes manos de domadores para llevar caballos al freno de oro que cuando se topaban con algún hijo de hornero enseguida lo preferían. Y pasan los años y tú vas abrir los pedigríes de los animales que se presentan en el freno y verás que tienen hornero por varios lugares.
Es el caballo base de toda nuestra manda, como padre, abuelo y bisabuelo que sigue rindiendo.
Mi papa estudiaba mucho, leía muchísimo, siempre estaba investigando lo que le interesaba. El criaba, vacuno , bobino y caballos. Para las Ovejas viajó varias veces a Australlia, para el Vacuno a Inglaterra, y no podía ser menos con los caballos. Y para lo que el buscaba como ideal para el caballo, tuvo que ir a Chile. El había visto el Invernada Aniversario, un caballo que llegó a una exposición en la rural de Palermo , Argentina.
Ese caballo le llamó muchísimo la atención, y lo compró. Lo compró en una sociedad , y lo empezó a cruzar con lo que él tenía aquí, de caballo criollo. Después vino el hornero , que vino a una FICC (federación Internacional de caballo Criollo).
Mi papá estaba con la familia Pons, y ellos decidieron comprarlo en sociedad.
Era un caballo completamente diferente a lo que se criaba aquí, y esto no gusto mucho en la sociedad de criadores de caballos criollos.
Ese tipo de caballo era muy distinto del que se buscaba acá, y decían que estaban haciendo algo muy malo para la raza , que iban a terminar con el caballo criollo de ese momento. Pero papá y su grupo, se afirmaron diciendo que sería una evolución para la raza.
Estaban introduciendo un caballo funcional, que era muy leve de cuello, a diferencia del caballo que había aquí muy pesado de cuello. Fue en ese momento muy polémico, y hubo una división entre los criadores, los que estaban a favor de agregar la sangre chilena y los que querían conservar lo que había en Brasil. Pero poco después de todo esto, comenzaron las pruebas funcionales y enseguida los caballos chilenos se destacaron. Empezaron a mostrar su aptitud funcional, su mansedumbre, y eso empezó a convencer a todos que ese era el camino. Y que esta sangre venía para mejorar, para sumar a lo que se criaba hasta ese momento en Brasil.
Desde las primeras cruzas ya dieron buenas, y cuando empiezan estas pruebas, se demuestra aun más, ya que comienzan a salir campeones y grandes campeones.
Marcelo Tellechea Cairoli:
Siempre fui un apasionado de los caballos. Yo he pasado toda mi vida rodeada por caballos.
Y hoy en día me dedico a la cría de caballos criollos, que gracias a mi abuelo heredamos un estilo de cría donde buscamos el caballo completo, un caballo lindo y bueno. Y trato de seguir en su línea, ya que mi abuelo en busca de ese caballo, trajo sangres chilenas y logró tener una cría muy importate.
Porque el era un hombre de acaballo, por lo que sabía, que era un caballo lindo y un caballo funcional. Y yo trato de seguir en ese camino, buscando el caballo completo, que sea funcional y lindo.
Y en lo funcional para las pruebas como el freno de oro, es que el caballo chileno vino hacer la diferencia. Aquí en nuestra región, había caballos funcionales, pero para otro tipo de funciones. Eran caballos seleccionados para andar largas distancias, caballos que aguantaban el calor y así como el frio. Los caballos que se criaban aquí eran funcionales para lo que necesitaba el campo de acá, tirar carruajes, andar largas distancias por el tamaño de los campos.
Pero si uno buscaba la funcionalidad de habilidad, fuerza, facilidad con el ganado, en ese sentido el caballo chileno estaba más adelantado, de lo que teníamos en nuestra región. Lo que fue a buscar mi abuelo y esas familias que pensaban igual que él, eran esos caballos chilenos que tenían esa función de campo, pero llevada a las pistas chicas. Caballos muy fáciles de boca, muy blanda, habilidad lateral, habilidad de meter las patas. A diferencia del caballo que se tenía, que era un caballo muy resistente, pero más duro, seleccionado para otros fines, no te puedo decir si era mejor o peor.
Yo fui a Chile dos veces a ver caballos, en una de esas, recorrimos en 15 días dos criaderos por día, a veces 3 criaderos en un mismo día. Recorrimos de todo, criaderos grandes y también algunos pequeños como el caballo de salto en Europa, que tienen una o dos yeguas.
Y ahí tuve el honor de montar, y practicar en alguno lo que es la atajada, y probar los caballos.
¿Marcelo que se siente haber tenido un jefe de raza, como fue el caballo Invernada Hornero?
En realidad, el Hornero no es un jefe de raza, es Él Jefe de Raza, y tuvimos dos, mi Abuelo y el Hornero juntos. Fuimos muy bendecidos por haberlos tenido y ser parte de esta historia.
¿Sra Lila por qué aquí hay tantos trofeos?
Lila FrancoTellechea: ¡Porque Flavio era el mejor! ¡Te lo voy a decir de manera muy franca, Flavio era el mejor de todos! El era fuera de serie, y nosotros nos llevamos bien, porque ambos gustábamos de caballos.
Fotos: Jaime Ramírez y Ricardo Contreras