Caballos Angoarabes

Sombra y Sabiduría: Las yeguas que enseñan a vivir el verano

En las primeras horas del día, las yeguas se desplazan libremente por el campo, buscando el mejor forraje
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Durante varios días he tenido el privilegio de observar, en libertad, a un pequeño grupo de yeguas anglo-árabes pastando junto a sus potrillos en un extenso prado. A simple vista, el paisaje parece idílico: pasto alto, brisa suave y grandes árboles que salpican la llanura como oasis de sombra. Pero lo más fascinante no es el entorno, sino la conducta de estas yeguas, su instinto natural para proteger a sus crías del sol y del calor extremo del verano.

En las primeras horas del día, las yeguas se desplazan libremente por el campo, buscando el mejor forraje. Pero cuando el sol alcanza su punto más alto y la temperatura comienza a apretar, algo cambia. Sin necesidad de guía humana, ellas se aproximan a las zonas más frescas del prado. Siempre eligen los árboles más frondosos, donde la sombra es profunda y el suelo conserva aún algo de humedad. Allí se detienen, bajan la cabeza y comienzan a pastar tranquilamente. A su lado, los potrillos buscan cobijo no solo bajo los árboles, sino también bajo el cuerpo mismo de sus madres, como si supieran que allí se encuentran doblemente protegidos.

Caballos anglo-arabes
La madre esta siempre atenta a su pequeño

Es conmovedor observar cómo estas yeguas están todo el tiempo pendientes de sus pequeños. No hay un movimiento del potrillo que pase desapercibido para su madre. Si uno se aleja unos metros, ella lo sigue con la mirada y, si es necesario, con el cuerpo. Cuando el calor arrecia, no dudan en interrumpir su descanso o alimentación para llevarlos nuevamente a la sombra. Esa sabiduría innata, esa capacidad de guiar y cuidar, habla de una inteligencia natural que muchas veces subestimamos.

La raza anglo-árabe es un ejemplo de belleza y resistencia. Estos caballos, fruto del cruce entre el árabe y el purasangre inglés, combinan elegancia y fortaleza en partes iguales. Son animales ágiles, de líneas armoniosas, muy sensibles y con una enorme capacidad de adaptación. En este caso, hemos podido comprobar su rusticidad: soportan tanto las bajas temperaturas del invierno como los rigores del verano con notable entereza, siempre que se les permita actuar conforme a su naturaleza.

anglo Arabe Horse
Cuando el sol calienta ella lo lleva a la sombra de los árboles

Observarlos en libertad nos recuerda que los caballos saben lo que necesitan. Saben cuándo buscar sombra, cuándo moverse, cuándo descansar. Y si los dejamos ser, si les damos espacio y condiciones, desplegarán ante nuestros ojos un conocimiento ancestral, una conexión con el entorno que es tan instintiva como asombrosa. En días calurosos como estos, son las yeguas quienes enseñan cómo sobrevivir: no con fuerza, sino con inteligencia, paciencia y cuidado. Una lección que bien podríamos aplicar también los humanos.

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