Allison Mazeau: cuando la pedagogía ecuestre va mucho más allá de la técnica
Podría pensarse que basta con ser un excelente jinete para convertirse en un buen profesor. Sin embargo, hoy como periodista del Canal del Caballo me tocó asistir a una clase de equitación para principiantes dirigida por la talentosa Allison Mazeau. Y esta clase me hizo recordar una verdad fundamental: enseñar el arte ecuestre exige mucho más que simples habilidades técnicas.
Allison Mazeau, amazona profesional de 27 años, monta desde los 3. Hoy en día no solo brilla en la competición: transmite su conocimiento con una pedagogía excepcional. Porque montar con destreza es una cosa, pero enseñar es otra, a menudo mucho más compleja..
Un buen profesor no se limita a su experiencia en la silla
Lejos del estereotipo del jinete autoritario, Allison adopta un enfoque humano, atento y casi personalizado. Para ella, «un buen instructor debe ante todo garantizar la seguridad de todos: jinetes, caballos, e incluso espectadores, si los hay. Esa es realmente la base de todo». Ahí comienza el verdadero trabajo: proteger, observar, anticipar.
Pero la seguridad no basta. Lo que distingue a un gran instructor es su capacidad de adaptación: «Hay que conocer bien a los alumnos: su nivel, sus objetivos, pero también su personalidad. Algunos necesitan sentirse seguros, otros necesitan ser un poco empujados. Hay que saber adaptarse.»
Cada alumno es único, y cada caballo también. Allison insiste en la importancia de construir sesiones coherentes y progresivas: «No se le pide lo mismo a un jinete principiante que a uno avanzado, obviamente, pero también hay que tener en cuenta al caballo: su edad, su temperamento, cómo se siente ese día…»
La confianza, pilar invisible del progreso
En su enseñanza, la relación entre el jinete y el caballo es central. «La confianza, para mí, es lo que marca toda la diferencia.» Lo dice con convicción: un jinete que confía en su caballo actúa con mayor calma y precisión, y el caballo responde con serenidad. Ese vínculo fundamental no se improvisa; se construye con paciencia.
«Un caballo que confía en su jinete será más cooperativo, más tranquilo. Sin esa confianza, a menudo se observan bloqueos.» El papel del instructor es también facilitar ese encuentro, esa comprensión mutua entre humano y animal.
Allison concluye: «Ese vínculo es lo que hace que la equitación sea tan rica y apasionante.» Y al verla enseñar, uno comprende que su talento no reside solo en su destreza como amazona, sino en esa rara capacidad de crear una conexión entre dos seres, sutil y poderosa a la vez.
