
Ponys con alma de terapeutas: la magia de Ecuries de Caux
En el corazón verde de Nueva Aquitania, donde los campos se extienden como mantas bordadas de pasto y el viento parece llevar consigo historias antiguas, se encuentra un lugar donde el tiempo se desacelera y la conexión entre humanos y caballos cobra un sentido más profundo. Ese lugar es Ecuries de Caux, un centro ecuestre dirigido con pasión, sensibilidad y visión por Loreine Doirisse.
Este espacio, enclavado en un entorno natural de belleza serena, ha logrado crear algo muy especial: una comunidad de aprendizaje, respeto y vínculo genuino con los caballos. Entre sus habitantes más entrañables se encuentra un grupo de ponys, pequeños en tamaño, pero enormes en carácter y nobleza. Estos ponys, cuidadosamente entrenados para trabajar con niños, despiertan una ternura inmediata, pero también algo más profundo para quienes, como yo, hemos dedicado años al estudio y la práctica de la equinoterapia.

No sabemos si actualmente están siendo utilizados en sesiones terapéuticas. Pero desde mi mirada como profesor y profesional de la equinoterapia, puedo afirmar con certeza que estos ponys tendrían un potencial inmenso en ese campo. Su comportamiento sereno, su forma de escuchar con el cuerpo, su respuesta suave ante estímulos y, sobre todo, su capacidad para generar confianza, los convierten en compañeros ideales para niños y adultos en procesos terapéuticos.
La equinoterapia —también conocida como terapia asistida con caballos— es una disciplina que conjuga lo físico, lo emocional y lo social. No se trata simplemente de montar un caballo; es una experiencia relacional en la que el caballo actúa como espejo, como sostén y como facilitador de procesos de cambio. En sesiones bien guiadas, el caballo puede ayudar a mejorar la motricidad, estimular la comunicación no verbal, reducir la ansiedad y fortalecer el autoestima, especialmente en personas con trastornos del neurodesarrollo, dificultades emocionales o discapacidades físicas.

Lo que hace especial al caballo en este contexto es su capacidad de leer al otro sin juicio. Y entre más pequeño el jinete —como los niños o niñas con desafíos importantes— más importante es que el caballo o pony tenga una disposición tranquila, adaptable y empática. Es por eso que encontrar ponys con estas cualidades es tan valioso: son verdaderos co-terapeutas.

Los ponys de Ecuries de Caux, bajo la dirección amorosa de Loreine, han sido domados con un enfoque respetuoso, cuidadoso y profundo. No se trata de animales sometidos, sino de animales colaboradores, que mantienen su vitalidad pero saben acompañar. Verlos interactuar con los niños, con esa mezcla de ternura, firmeza y delicadeza, es un espectáculo silencioso que emociona profundamente.
Visitar este centro fue para mí una experiencia reveladora. No solo por la calidad del trabajo ecuestre, sino por la atmósfera humana que se respira. Porque en Ecuries de Caux no se enseña solo a montar: se enseña a escuchar, a sentir, a confiar. Y eso, en estos tiempos, es una forma de sanar.